En octubre, las calles se llenan de niños disfrazados, calabazas de plástico y máscaras que buscan causar sustos. Todo parece un juego… hasta que recordamos que en el mundo real también existen disfraces mucho más peligrosos: los que usan los delincuentes para robar o suplantar tu identidad.
La suplantación no es un mito ni una leyenda urbana. Es un delito real que aumenta cada año en Chile,y deja víctimas con deudas, productos abiertos a su nombre y la sensación de haber perdido el control sobre su propia vida.
¿Qué es la suplantación de identidad?
Podemos imaginarla como si alguien se pusiera tu máscara y comenzara a caminar por el mundo como si fuera tú. En términos simples, la suplantación de identidad es el uso de tus datos personales (nombre, RUT, cédula de identidad, dirección, cuentas o claves) para hacerse pasar por ti y cometer fraudes.
Ejemplos frecuentes de suplantación de identidad
- Cédulas clonadas: documentos falsificados casi idénticos al original, usados para abrir cuentas o pedir créditos.
- Apertura de productos financieros: el delincuente solicita tarjetas, préstamos o créditos al consumo, pero usando tu nombre.
- Compras y contratos a tu nombre: arriendos, servicios telefónicos o compras online con tu RUT y tus datos.
- Suplantación digital: perfiles falsos en redes sociales o acceso a tus cuentas para estafar a tus contactos.
En todos los casos, la víctima enfrenta consecuencias graves: deudas injustas, pérdida de tiempo en trámites judiciales, daño a su reputación financiera y, en ocasiones, un fuerte impacto emocional.
¿Cómo se comete este “truco”?
Los delincuentes no usan magia, sino información. La mayoría de los casos de suplantación ocurren gracias a pequeñas filtraciones de datos:
- Un documento fotocopiado y dejado sin cuidado, o compartido en redes sin protección.
- Una foto de tu cédula publicada o reenviada sin control.
- Un correo de phishing donde entregaste tu clave por error.
- Una base de datos expuesta en Internet.
Con esos datos, los criminales fabrican un disfraz perfecto para entrar al sistema financiero y hacerse pasar por ti. Igual que en Halloween, no necesitan tu cara real, solo una máscara bien hecha.
Ejemplos de fraudes por suplantación
- Apertura de cuentas con cédula clonada: el delincuente imprime un documento idéntico al tuyo, con tus datos pero su foto, y lo presenta para abrir un producto financiero.
- Créditos rápidos online: usando tu RUT y algunos datos básicos, logra acceder a préstamos de bajo monto.
- Instalación de billeteras digitales: con cédulas adulteradas o pruebas de vida falseadas, instala apps para autorizar pagos como si fueras tú.
¿Cómo prevenir que te roben la identidad?
La buena noticia es que existen maneras de protegerte y evitar que el disfraz funcione.
- Cuida tu cédula
● No la entregues para cualquier trámite.
● Evita enviarla por WhatsApp, correo o redes sociales.
● Si debes mostrarla, exige que no la fotocopien o que bloqueen los datos sensibles. - Protege tu mundo digital
● Activa claves seguras y únicas para cada servicio.
● Usa doble autenticación (2FA) en instituciones financieras, redes sociales y correos.
● Desconfía de mensajes o correos que pidan claves o números de tarjeta. - Haz seguimiento de tu información
● Revisa periódicamente tus estados de cuenta.
● Consulta si existen productos financieros abiertos a tu nombre.
● Configura alertas en tu cooperativa o institución financiera para detectar movimientos sospechosos. - Denuncia rápido ante las autoridades
Si ves movimientos extraños o productos que no solicitaste, informa inmediatamente a tu cooperativa o institución. También puedes denunciar en la PDI llamando al Fono 134 o a través del portal oficial de ChileAtiende.
En Halloween, los disfraces son parte de la diversión y las máscaras se caen al amanecer. En la vida real, el disfraz de un delincuente que roba tu identidad puede convertirse en tu peor pesadilla financiera y digital.
La diferencia está en tu prevención. Cuida tu identidad como cuidas a tus seres queridos en la noche más oscura del año. Porque, aunque los fantasmas y vampiros sean ficción, el monstruo de la suplantación de identidad es real… y siempre está buscando su próxima víctima.